En la actualidad, ya no podemos seguir con los debates “¿incorporamos o no las TICs a
nuestras prácticas docentes?”, hay una  obligación. 
La vertiginosa “invasión”  de las
nuevas tecnologías en todos los ámbitos sociales y sobre todo en la educación,  hace que sea 
indiscutible su incorporación y nos exige repensar nuestras prácticas
educativas. Los modos de enseñar y de aprender se han transformado y mucho
tiene  que ver las TIC,  retándonos como ciudadanos y educadores a
formar a las personas en nuevas dimensiones y competencias[1]. 
Todos estamos  permanentemente  CONECTADOS,  
lo que los lleva a estar en   contacto  con otras personas (diversas culturas)  y con la  información, de las más numerosas fuentes y de
los más variados formatos,  lo que nos
permite enriquecer nuestro conocimiento.
 Pasamos de ser simples usuarios a “Tomar
la Posta”[2] ser
parte del ciberespacio; opinando, colaborando, debatiendo, intercambiando,
generando nuevos modos de producción del saber.   Pero
estas nuevas maneras comunicarse e informarse mediadas por la tecnología (que muchas
veces no son educativas)  está alterando
nuestro cerebro[3],
la manera en que aprendemos poco se relaciona a la manera en que la mayoría de
las instituciones escolares enseñan.
Si pensamos en modificar los modos en que enseñamos, éstos deben dejar de ser
lineal,  compacto Y PREDECIBLE. “Vivimos
en un periodo de la historia que se presenta muy malo para ser controlador”[4]
Entonces, ¿cómo
comenzamos  a integrar las tecnologías?
Es muy importante conocer y  experimentar
el uso de los dispositivos y recursos web. Adaptarse al “caos” de éstos
entornos digitales, y poder auto organizarse y gestionar su propio aprendizaje,
reconocer y formar conexiones entre fuentes de información alimentando su
propio saber y retroalimentando a la red.  
También es fundamental a la hora de planificar con TIC,  el rol  del
docente en  nuevos entornos de
aprendizaje, son los fundamentales para validar o habilitar esas conexiones
mencionadas anteriormente,   si son las correctas o no.  
Por ellos es que en la actividad Nº 4 planteo  que los alumnos experimenten y reconozcan cuáles
son sus propios Entornos Personales de Aprendizaje (PLE)  y cuales los de nuestros alumnos,  reconociendo las herramientas y recursos que
experimentamos en los procesos de aprendizajes y enseñanza, que no siempre
están creados para utilizarlos en entornos educativos.  
Entonces interpreto que el gran desafío que tenemos en la actualidad es
poder “reutilizar todo ese conocimiento y desarrollo tecnológico “[5] para
mejorar la calidad educativa de nuestras instituciones a través de propuestas
innovadoras y significativas para nuestros alumnos  
 
 
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